¡Velocidad de curvatura!

Hoy me he enterado de la recientísima muerte de Robert Wise, director de cine. Alguien que consiguió captar mi atención totalmente y de una forma maravillosa, con la adaptación al cine de la novela de Michael Crichton “La Amenaza de Andrómeda”. Una alarma medica provocada por un micro-organismo que proviene del choque de un asteroide con uno de los satélites que giran alrededor de la tierra. Otras películas hay también en su haber, por ejemplo “West side story” o “Sonrisas y lagrimas” muy conocidos y, en ocasiones, hasta entrañables. Pero es un director al que le tengo un aprecio especial, como se lo tendrán supongo todos los trekkies de pro del mundo. En 1979 veía la luz “Star Trek: La Película”, la versión cinematográfica que continuaba la serie emitida en televisión durante los años sesenta. Alguno piensan que es un capitulo mas, solo que de una extensión mayor. Otros creemos que dio pie al universo cinematográfico de Star Trek, diez películas (por el momento), y varias series de televisión, incluyendo “Enterprisse”, la mas reciente. La película original, la dirigida por Wise, dio todos los ingredientes que forjarían una historia que, mas allá de los efectos especiales y los encuentros alienígenas, se sostiene porque resulta creíble debido a los lazos emocionales entre los personajes (“Jim: he sido y seré siempre su amigo”) y a unos argumentos bien elaborados con la pretensión, como toda buena ciencia ficción debe pretender, de resultar plausible (de ahí que se distinga la sci-fi de la fantasía). Muchas gracias sr. Wise, quien recibirá según creo un merecido homenaje en el festival de cine de San Sebastián. Seguramente no ha dicho adios, solo hasta luego: “Scotty, prepare transporte: ¡¡¡Energicen!!!”