miércoles, septiembre 19, 2007

"WHERE IS RUFUS NOW?"


O incluso podríamos decir aquello tan cinematográfico de: “¿Ha visto a este hombre?” Rufus T. Firefly, Presidente de Freedonia, misteriosamente ausente. No será fácil, por supuesto se encontrará disfrazado. Podría ser ese “multador” (¿qué nombre tienen realmente los que te multan cuando aparcas en Zona Azul? Porque policías no son) que te saca de quicio, ese funcionario que hace su trabajo (es decir, 3 horas de trámites y a casita con las manos vacías) o esa ancianita indefensa, a la que ayudas a cruzar la calle y termina metiéndote bajo las ruedas de un autobús. La cuestión es que ha desaparecido, y aquí comienza la “Campaña Oficial de Búsqueda y Recuperación de Rufus”, la COBRR. O lo que es lo mismo, el movimiento “Where is Rufus now?” Si el SETI se dedica a buscar OVNI’s, pues nosotros a buscar Rufus, que seguramente resultará mucho más divertido. Incluso podríamos hacer chapas, pero no, lo siento: aunque se trate de buscar a Rufus, no no y no… no usaremos el klingon como lengua homologada.

¡Que la caza comience!

domingo, junio 03, 2007

Carta de Rufus a Mr. Hyde

Hace mucho tiempo que desistí de comprender las respuestas de mi buen amigo, a la par que contrincante intelectual Rufus. Sin embargo, siento especial adicción por proponerle preguntas que den lugar a su especial verborrea sarcástica y descontrolada. La última vez se me ocurrió preguntarle por las recientes elecciones municipales y autonómicas. He aquí la respuesta, no apta para mentes sensibles y espiritus que hacen gala de seriedad y virtud:

Estimado Prof. Ritliz, de Birtzkiz:

Le remito la presente, en discusión y respuesta, a los planteamientos y preguntas de la precedente a la presente. Tiempos verbales, epistolares, aparte me veo en la obligación de sacarle de su error y llamarle al orden. En nuestra sociedad, pequeña pero eficiente, tan honorable como secreta, nunca nos hemos propuesto conseguir la perfección mediante la aceptación de la predestinación, y más cosas acabadas en ón que, a fuerza de contestarle, han venido borrando a lo largo del tiempo la tilde de mi teclado. Conozco bien a los de su clase, mi buen profesor, se creen que todo es patatín patatán, que si Aristóteles y Platón y olvidan a los grandes clásicos. No critico a los maestros griegos, no intento denigrarlos, bien sabe usted mi respeto por ellos. Solo digo que eran una pandilla de viejos con barbas ovejunas, mirar satírico, más preocupados por los impúberes que iluminaban sus bajos que por el verdadero conocimiento.

Este conocimiento, mi buen amigo, no se aprende con los Antiguos ni con los Modernos, ni siquiera con los Contemporaneos. Es un saber que hemos destilado poco a poco, en el seno de nuestra sociedad. La pregunta es: ¿qué puede haber destilado el seno de una sociedad masculina? Bien, no quiera saber la respuesta, porque le conozco y sé bien que su alma es fácilmente impresionable. Finalmente, hemos descubierto que todo se debe al por qué de cómo, en un principio que se eterniza hacia el infinito nanométrico, nos vemos obligados a la cuadratura del círculo empezando por entender que ni el sindicato de círculos permite tal cosa, ni el cuadrado se avino a tal ataque a su honra. En definitiva, que nos encontramos con caras largas, cuerpos mustios y todo debido a esa manía suya, mi buen amigo, de querer saber el motivo de todo y el por qué de la existencia.

Creo que con la presente he sabido plasmar claramente la respuesta a la cuestión principal y primordial, sine qua non, Incitatus en la alfombra no, que nos lleva a esta situación que no diré que nos guste sino todo lo que en enjundia el respetable pudiera esperar. Sin más motivo considero satisfechos sus intereses, en lo referido a su cuestión planteada con meridiana claridad: “¿Pero quién demonios ha ganado las elecciones?”. Sin más dilación y en prueba de cordial afecto, reciba un saludo amistoso y mi firma más molona.

Atte.


Rufus T. Firefly

Presidente de Freedonia, desde su retiro en Arkham Assylum

viernes, abril 27, 2007

Delirios del primer soñador

Como lo del meme ya me cansa, y además ya es muy tarde para sentirme creativo, aquí os dejo un escrito del pasado. Por tanto, de alguien que yo fui, un espectro tenebroso que habita en los rincones de mi ser y, de vez en cuando, me da algun que otro susto.

En los albores de la humanidad, como suele decirse, los seres humanos iban y venían. Sin más, solo esclavos de sus pasiones. Comían para saciar su apetito, dormían cuando estaban cansados y engendraban hijos por la necesidad de ver su especie perpetuada. Un día uno de estos hombres encontró una flor. De color rojo encendido, parecía una llama en todo su esplendor. Era tan bella que el hombre deseaba cogerla, pero no sabía como. Finalmente se quedo mirándola, y al cabo de unos dias la flor se marchitó y murió. Una lágrima cayó de los ojos de aquel hombre, y desolado comenzó a recorrer el mundo. Buscaba su flor. Finalmente, rendido, agotado... cayó dormido en una cueva. De repente despertó... animado por un fuego interior hasta entonces desconocido se puso en pie y buscó arcilla, agua... mezcló y remezcló. Todos lo tenían por loco… Porque, ¿quién sino un loco pierde el tiempo de esa manera? Lo importante es conseguir alimento, un lugar donde dormir, asegurar el mañana de tu prole... Pero no, aquel hombre seguía inmerso en su locura sin sentido, atareado con piedras, plantas… pulverizando, mezclando… Se pasaba el tiempo sentado, mirando fijamente la pared, volviendo después la vista a sus dedos. A veces con moviendose como llevado de una pasión incontrolable. Otras, despacio, como hundido en sus meditaciones de demente apariencia.

Un día, por sorpresa, dio un grito de júbilo. Tomó el trozo de piedra donde preparaba sus mezclas y, con mayor afan que nunca, comenzó a amasar, mezclar… Esta vez sin frustración, su mente diáfana parecía haber encontrado su sueño. Fue hasta la pared de la cueva y, allí, con sus dedos mojados en algo parecido a la sangre, tan encarnado como el cielo durante un atardecer de verano, dibujó algo... Al principio torpemente, un simple borrón en la pared. Pero poco a poco, conforme la roca absorbía la tintura y el hombre, fijándose en el detalle o ayudado por alguna ramita, adquiría pericia, aquel borrón iba tomando forma. La forma de una flor: una amapola.

Aun hoy en día hay quien cree que quien pasa su tiempo soñando es un loco, un lunático que no aprovecha la vida para aquello a lo que dan importancia los demás: comer, dormir, conseguir un coche, un sueldo... Por suerte el escepticismo no ha cortado las alas al soñador: aun hoy, alimentados por la ilusión de algo que solo reside en nuestros corazones, seguimos buscando en el arte la forma de los sueños que otros no pueden crear... Bailando, escribiendo, pintando, tallando... puede que solo seamos locos con un poco de barro de color. Pero mientras aun busquemos nuestra amapola, mientras luchemos para que no se marchite en el más íntimo de nuestro sueños, podremos decir que hay futuro: que somos poesía.

miércoles, abril 11, 2007

Meme... si fuera...

Recibo de "Utopia existe" el encargo de seguir adelante con un meme bastante concretivo, concretante y más derivados de concreto que no existen en el diccionario. Aquí dejo mis resultados y después pasaré a mencionar a los galardonados con la posibilidad de continuarlo:

Si fuera un mes: Sería Enero, pero no esos Eneros de ahora, que dan gato por liebre, sino aquellos de antes en los que el invierno era invierno, y daba gustito salir a pasear hasta sentir que se te helaba la nariz. Volver a casa, esa agradable sensación de calorcito que te iba invadiendo… pero ya no tenemos invierno.

Si fuera un día de la semana: Martes, quizá por mi afinidad con el dios mitológico (aunque molaba más cuando era griego y se llamaba Ares), y que me perdone Plutón, pero a él no le dieron día.

Si fuera un momento del día: El anochecer, cuando la oscuridad cae y el maldito sol se oculta, cuando las tinieblas nos rodean y el más inocente sonido puede ser presagio de algo horrible.

Si fuera un planeta: Plutón… ay no, vaya, que no es un planeta… Claro, siempre atacando al mejor. Pues Venus, porque como todo el mundo sabe la vida es sexo y muerte. También dinero, pero eso va implícito en ambos.

Si fuera un animal: Tiburón, tienen claro que su vida es depredar y poseen la fisiología mejor adaptada a su medio. Estupendos animales.

Si fuera un mueble: Cualquier arcón misterioso, al que todos nos enfrentamos en algun momento de nuestra infancia y nunca nos atrevemos a abrir.

Si fuera un líquido: veneno, de cualquier clase, aunque por alguna extraña razón, más estética que práctica, adoro el veronal. Es un somnífero, pero en la cantidad adecuada…

Si fuera una fruta: el plátano, y no seáis maliciosos mis malpensados lectores, es simplemente que contiene mucho potasio, baja la tensión (sanguinea), y yo suelo ser una persona muy pacífica.

Si fuera un instrumento musical: Desde que descubrí la sinfonía nº 1 en Sol Mayor, de Bach, me gustaría ser chelo o interpretarla como Yo-Yo-Ma… creo que me va a resultar más fácil ser chelo.

Si fuera una canción: “Too much love will kill you” de Queen, “I’ll kill you if you don’t come back” de MeatLoaf o cualquier tango de Gardel.

Si fuera una comida: Pues una buena “jartá” de carne a la brasa, que es lo que más puedo llegar a disfrutar cuando estoy a la mesa.

Si fuera una parte del cuerpo: El corazón, guerrero infatigable, en el que nadie repara para agradecer su trabajo, y poco nos importa hasta que presenta la dimisión.

Si fuera un objeto: Voy a ser poco original, teniendo en cuenta quien me ha pasado el testigo y su respuesta, pero… un libro, porque han sido compañeros, maestros y amigos… y algunos tan infumables que han sido más bien ese pariente pesado que se pasa por casa justo cuando uno se sienta a comer.

Si fuera una asignatura: Otra poco original… Historia, porque nada ocurre que no haya ocurrido ya, y todo se repite hasta la saciedad. Porque es una materia vibrante, fascinante y… ¿por qué solo lo vemos así un puñado de personas?

Si fuera un número: el 6, el 9 o el 13.

Si fuera un coche: Un Audi, cualquier modelo.

Si fuera un color: negro

Si fuera una ciudad: Roma, donde cada pequeño cachito de piedra tiene Historia, con mayúscula, lugar de donde todo procede tal y como lo conocemos.

Si fuera el mar: el Ponto Euxino.

Si fuera un idioma: El castellano, obvio.

Si fuera una flor: no sé… cualquiera, siempre que no sea muy llamativa, me gusta la discreción.

Si fuera un verbo: leer, gran costumbre, mejor afición.

Si fuera una estación: Invierno… ah, que sencillo.

Si fuera una prenda: zapatos, posiblemente porque creo que en 20 años, entre la moda y el calentamiento global, será lo único que podamos llevar sin asfixiarnos.

Si fuera un cuadro: “Saturno devorando a un hijo” de Goya. Siempre soy demasiado consciente de la oscuridad que envuelve todo corazón humano.

Si fuera un monumento: el obelisco de la reina Hatshepsut, en Karnak

Si fuera un país: España o China.

Si fuera un lugar: la terraza, sobre mi huerta, a la hora de la siesta… un momento tan tranquilo, tan sublime, que hasta los pájaros pían bajito.

Si fuera un deporte: no entiendo el concepto jejejeje…

Si fuera un integrante de un grupo: MeatLoaf, lo que llegaría a divertirme con mis paranoias en el escenario.

Entrego el mando de mis legiones, como legados de mi persona a todos los efectos a Sometimes, Katshumoto y Zirrus, por orden mía que firmo como consul del año presente: Vae victis!

(Lo de orden viene siendo por no salirme del papel, no vaya a tener una rebelión a estas alturas de campaña).

domingo, abril 01, 2007

Terror clásico... ¡¡¡¡boooooooohhhh!!!!


Cuando yo no era más que un tierno infante, cuyo único contacto con el terreno de lo macabro eran las muchísimas novelas de Agatha Christie apiladas en mi biblioteca, nombres y personajes, sin los que hoy yo no sería yo, formaban parte del terreno inconmensurable de mi evidente ignorancia. Entre muchos de aquellos elementos que entonces ni existían para mí, y que ahora ocupan un lugar en el panteón de mis favoritos, se encontraba el actor Vincent Price. Cuando se habla de cine de terror casi todo el mundo prefiere mirar hacia otro lado. Creen que es un género casi maldito, y las únicas películas que se reconoce ver son aquellas conocidas como de “terror psicológico”, cuando en realidad todo terror lo es por cuanto se trata siempre de un estado del ánimo.

Uno de los actores menos reconocidos actualmente es Vincent Price, que sin embargo supo encarnar personajes sumamente inquietantes, en filmes llenos de misterio y suspense. No se trataba del susto fácil, ni de repugnar especialmente al espectador. Se trataba de transmitir, en la trémula vibración de una voz que surge de ultratumba, o con una mirada que encierra la más desquiciada de las locuras homicidas, la certeza de que en este mundo no hacen falta monstruos que temer, porque ya hay seres humanos para ocupar su lugar en nuestras pesadillas. “La Mosca”, de 1958, o bien “Los crímenes del museo de cera” son auténticas obras maestras de un tipo de cine que nadie quiere hacer ya. Nadie se atreve ya con ningún relato de Poe, y sin embargo Roger Corman supo realizar una más que aceptable adaptación de “La muerte y el péndulo”, en la que Vincent Price supo darse por entero y que no dejo de revisitar, como un lugar que me mantiene unido a la mejor tradición macabra del cine de serie B.

Os dejo, como homenaje, con un corto realizado por Tim Burton en su día, dedicado por completo a Vincent Price (de hecho es su voz la que suena, la que avanza palabra por palabra, en un poema de desesperación infantil, de macabra autodestrucción, en la mejor tradición del maestro Vincent y del dios Poe): ¡disfrutadla!


jueves, marzo 22, 2007

Frío (Lluvia II)


No soporto el frío, debe ser que me hago viejo. Es irónico: cuando niño, en diciembre, mi padre siempre me llevaba a la sierra a ver nevar. Recuerdo aquel frío seco, distante allá, al otro lado del cristal del coche. Y después, invadirlo, como un general embutido en su uniforme de batalla. Me sentía, llevando todas aquellas capas de ropa y más ropa, como un caballero con su armadura. Estupideces de crío, ya se sabe, en esa edad crees en todo y yo creía en caballeros andantes. Cuanto han cambiado las cosas, de que forma he cambiado yo mismo: quizá por eso ya no soporto el frío, y sobre todo esta lluvia asquerosa. No sé a quien le debo algo allá arriba, pero está claro que ha decidido cobrarse la deuda.

Mi trabajo se basa en el control de variables, y de ahí que yo sea tan bueno. Puedo calcularlo casi todo: hora de recogida, tiempo de actividad e incluso la entrega. De hecho planeo varias formas de realizar la entrega, por si acaso, porque mal que me pese siempre hay detalles que quedan fuera del alcance de uno y sería estúpido creerme una especie de dios o algo parecido. Por eso me fastidia el clima, imposible de controlar, siempre jodiéndome un trabajo perfecto. Con su manía insidiosa, persistente, de caer y mandarlo todo al carajo, como si no tuviera bastante con lo que tengo. Y al patrón de turno mejor ni mentarle un aumento del coste por el esfuerzo adicional. Es increíble: nadie quiere hacer esto, y sin embargo no entienden que quien lo haga les cobre lo que cobramos en esta profesión.

Miro el reloj, las diez de la noche. Puta lluvia, y mira que me controlo eso de decir tantos tacos, que no por ser uno quien es debe descuidarse la educación. Además están los niños, que lo aprenden todo. Esther debe haberlos acostado ya, esperándome… Estas noches son insoportables, y ella estoicamente las soporta como si no le importara. Pero se que no es así, que cuando llegue a casa cubierto de barro, empapada la ropa, la sonrisa no irá acompañada de la mirada. Que cada día que pasa la quiero más, pero no basta con amar, que es algo tan etéreo e intocable… Antiguamente, cuando empecé en esto, siempre que le fallaba le enviaba flores. Dejé de hacerlo un día, y no se bien por qué, supongo que sentí que eso no servía de nada.

Es el momento, mejor no espero a que escampe. Miro una vez más mi cara en el cristal, reflejada en las pocas gotas que siguen cayendo. Estoy viejo, cansado. Me ilusiona el trabajo, pero lo que viene después me está robando la vida y un día acabará matándome. Tomo el chubasquero y hecho mano de la manija: afuera me esperan la lluvia, el barro, y la soledad.

jueves, marzo 15, 2007

Lluvia (I)


Me gusta la lluvia, esos cielos plomizos que amenazan tormenta. Ese instante delicioso, claroscuro de matices apagados. Un tímido rayo de sol colándose tímido entre las nubes, derrotado súbitamente por el sordo tronar de dos guerreros enfrentados. La lluvia, que cae fina, penetrante… al otro lado del cristal, mientras degusto un delicioso café que ha comprado Esther, no se bien dónde, pero que me embruja con su intenso sabor amargo. Me gusta la lluvia, pero hay días en que la odio.
Odio la lluvia cuando tengo una entrega, esos días de lluvia y trabajo simplemente maldigo el momento en que decidí salir de la cama. El trabajo no importa, lo peor es la entrega. Al contrario, en el trabajo ayuda, el día acompaña. Ese cielo que presagia la tragedia, en el fondo solo soy un puto sentimental, con un trabajo inestable pero lucrativo. Un imbécil que se levanta a las dos del mediodía, enciende la tele y ve “Los Simpsons”, después gimnasio y, solo al final, cuando la lluvia se mezcla con la noche y el cielo parece derramarse sobre nuestras cabezas… en ese momento odio la lluvia. Porque disfruto con el plan, pero detesto lo que viene después. Y casi, con desidia y algo de aburrimiento fastidioso, tiraría por el camino de en medio. Lo hacen muchos compañeros, no se lo reprocho, pero a mi no me gusta andar dejándome la carga por ahí, que luego todo son madremías y lamentos.
Sigue lloviendo, media hora en el coche y no parece que escampe. Miro al cielo y no me puedo creer que me pase a mí, solo a mí. Tenía toda la semana, el hombre del tiempo a mi favor, y aquí estoy con el chubasquero seco, el coche mojado y la carga sin entregar. Y me pregunto si debería bajar, coger al toro por los cuernos, dejarme de niñerías: joder, no que le tuviera miedo a los truenos. Pero odio que la lluvia me putee, sobre todo un buen trabajo, que para eso me esfuerzo yo en seguir adelante, en darle algo de calidad a una profesión que, después de la política, es la peor vista según mi experiencia. Afloja… llovizna, voy a lo mío, y si todo sale mal, siempre podré echarle la culpa a esta lluvia de mierda.