jueves, marzo 22, 2007

Frío (Lluvia II)


No soporto el frío, debe ser que me hago viejo. Es irónico: cuando niño, en diciembre, mi padre siempre me llevaba a la sierra a ver nevar. Recuerdo aquel frío seco, distante allá, al otro lado del cristal del coche. Y después, invadirlo, como un general embutido en su uniforme de batalla. Me sentía, llevando todas aquellas capas de ropa y más ropa, como un caballero con su armadura. Estupideces de crío, ya se sabe, en esa edad crees en todo y yo creía en caballeros andantes. Cuanto han cambiado las cosas, de que forma he cambiado yo mismo: quizá por eso ya no soporto el frío, y sobre todo esta lluvia asquerosa. No sé a quien le debo algo allá arriba, pero está claro que ha decidido cobrarse la deuda.

Mi trabajo se basa en el control de variables, y de ahí que yo sea tan bueno. Puedo calcularlo casi todo: hora de recogida, tiempo de actividad e incluso la entrega. De hecho planeo varias formas de realizar la entrega, por si acaso, porque mal que me pese siempre hay detalles que quedan fuera del alcance de uno y sería estúpido creerme una especie de dios o algo parecido. Por eso me fastidia el clima, imposible de controlar, siempre jodiéndome un trabajo perfecto. Con su manía insidiosa, persistente, de caer y mandarlo todo al carajo, como si no tuviera bastante con lo que tengo. Y al patrón de turno mejor ni mentarle un aumento del coste por el esfuerzo adicional. Es increíble: nadie quiere hacer esto, y sin embargo no entienden que quien lo haga les cobre lo que cobramos en esta profesión.

Miro el reloj, las diez de la noche. Puta lluvia, y mira que me controlo eso de decir tantos tacos, que no por ser uno quien es debe descuidarse la educación. Además están los niños, que lo aprenden todo. Esther debe haberlos acostado ya, esperándome… Estas noches son insoportables, y ella estoicamente las soporta como si no le importara. Pero se que no es así, que cuando llegue a casa cubierto de barro, empapada la ropa, la sonrisa no irá acompañada de la mirada. Que cada día que pasa la quiero más, pero no basta con amar, que es algo tan etéreo e intocable… Antiguamente, cuando empecé en esto, siempre que le fallaba le enviaba flores. Dejé de hacerlo un día, y no se bien por qué, supongo que sentí que eso no servía de nada.

Es el momento, mejor no espero a que escampe. Miro una vez más mi cara en el cristal, reflejada en las pocas gotas que siguen cayendo. Estoy viejo, cansado. Me ilusiona el trabajo, pero lo que viene después me está robando la vida y un día acabará matándome. Tomo el chubasquero y hecho mano de la manija: afuera me esperan la lluvia, el barro, y la soledad.

2 comentarios:

A las 2:44 a. m. , Blogger SIE ha dicho...

Creo que no voy a soportar una tercera entrega en la que se diga otra vez "mi profesión" sin saber la qué es...

 
A las 9:23 p. m. , Blogger flipe ha dicho...

repartes pizza?

repartes pizza?

repartes pizza

wow! mi sueño! ya terminaré esta carrera para ver si puedo trabajar de repartidor de pizza

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio