martes, octubre 18, 2005

Madrugadas


Según determinadas disciplinas, que tienen por objeto el análisis de lo que ocurre en nuestras limitadísimas mentes de primates superdesarrollados, nuestro cerebro genera una especie de imagen mental de nuestro cuerpo. Es decir, un “yo” representado al detalle a nivel de la psique, mediante el cual somos capaces de unir la punta de nuestros dedos a ciegas. Lo interesante es que dicha representación mental va a su bola, obviando los evidentes cambios que puedan producirse físicamente. Por ejemplo, en caso de amputación mucha gente sigue sintiendo el miembro que ha sido cortado, en algo que se ha dado en llamar síndrome del miembro fantasma. Esto tiene que ver con la dificultad que tiene el ser humano para desasirse de aquello que ya siente como parte de si mismo, y no se limita a un miembro perdido, sino a personas, lugares, situaciones. El edificio construido en el solar donde jugábamos de pequeños, la muerte de una persona fundamental en nuestra infancia o la distancia entre nuestro corazón y el de la persona amada. Pequeños puntitos en un multiverso completamente caótico, con un orgullo heredado de nuestra etapa machista que, al igual que se permitía el lujo de explicar la existencia de la mujer a través del hombre, pretende encontrar orden en el universo a través de su comprensión humana. ¿Qué somos realmente? Átomos de materia orgánica con un cerebro que comprende su entorno y lo razona. Podríamos ser así, realmente no se qué problema hay con una visión tan sumamente placentera de la vida. Y aparece el amor, sí, el amor. Algunos cobardes lo reducen a algo puramente sexual: la puñetera etología tío, en serio, han pasado los años y en algún microchip defectuoso de esta maravilla de organismo resulta que seguimos llevando marcado a fuego un código de conducta basado en el instinto. Pero resulta que no es solo eso, no es algo mecánico, animal o superfluo. Hay sexo de esa forma por supuesto, pero no es amor. Del mismo modo que no siempre el amor conlleva sexo, aunque no se puede dudar que debe hacerlo mas entretenido. Se corre el riesgo de desvirtuarlo todo, convertirte en un poeta de lo cursi, y firmar como Bécquer pánfilos panfletos propagandísticos sobre lo bonito que es el amor, las pupilas y esa poesía que eres tu. Vas perdiendo la fe y de repente te cruzas un Neruda, con esas metáforas tangibles sobre el tacto y el sabor del amor, o un Baudelaire descubriendo que el amor también es mezquino, y no por eso menos deseable. Son las 4:40, no se lo que estoy escribiendo, y aunque lo supiera no seria un consuelo porque no sabría escribirlo peor. Alea jacta est!

5 comentarios:

A las 3:05 p. m. , Blogger SIE ha dicho...

El amor para Bécquer, Neruda, o Benedetti... no es el amor para tí o para mí... para nadie, la poesía de amor la escribe el que la siente para sí, pero tu la lees, y ya es tuya, y no es lo mismo. Nadie desvirtúa nada, es díficil desvirtuar un sentimiento que es tan complejo y a la vez tan simple...que da miedo.

 
A las 2:58 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

yo creo q a esas horas de lamadrudada lo q deberias de hacer es dormir

 
A las 4:33 a. m. , Blogger SIE ha dicho...

Déjalo pheikoz, es imposible convencerlo de eso...habrá que aceptar que Hyde es un ave nocturna, aunque, personalmente, prefiero los búhos a los buitres ;P

 
A las 12:13 p. m. , Blogger Mr. Hyde ha dicho...

A ver, tranquilidad y buenos alimentos. Pheikoz, sometimes_inviting_eyes tiene toda la razon, soy un ave nocturna. Posiblemente un buho, si, aunque no pienso salir a coger ratones no vaya a pillar un lagarto, ya sabemos a que me refiero.
La noche sin duda es buen momento para escribir, aunque me parece que me dejo llevar y empiezo a escribir sin ton ni son. Cierto que el amor es muy subjetivo, pero tambien cierto que por muy subjetivo que se sea nunca hay que caer en el cursilismo radicalizante tipo... em... Becquer, eso, pobrecillo peeeeero que se hubiera quedado quietecito en lugar de tanta pupila y golondrina.

PD: SIE, estupenda la nueva foto ;)

 
A las 11:12 p. m. , Blogger Psykhē ha dicho...

El pensamiento, cualidad innata del ser humano es la garantía de una posible existencia... cuánto regocijo se puede llegar a sentir cuando se encuentran palabras que rozan las propias, no ahora sino siempre.

Saludos.

 

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